
En el mundo actual, vivir con VIH no es una sentencia de muerte. Los avances médicos, el acceso a tratamientos y la creciente conciencia social han cambiado radicalmente la historia de esta condición. Sin embargo, cuando el virus no es tratado a tiempo o cuando se interrumpe el tratamiento antirretroviral, el sistema inmunológico se debilita y deja las puertas abiertas a las llamadas enfermedades oportunistas.
Se les llama así porque “aprovechan” el momento en que las defensas —específicamente las células CD4— caen a niveles bajos, para manifestarse. Enfermedades como la tuberculosis, la neumonía, la candidiasis oral o esofágica, la toxoplasmosis o la meningitis por criptococo, entre otras, pueden aparecer y poner en riesgo la vida.

Hoy más que nunca, hay buenas noticias: estas enfermedades son prevenibles. Con un tratamiento antirretroviral adecuado, tomado de manera constante y acompañado de un estilo de vida saludable, las personas que viven con VIH pueden disfrutar de una vida plena, larga y sin complicaciones graves.
“No se trata solo de tomar una pastilla al día. Se trata de cuidar integralmente la salud: alimentarse bien, dormir las horas necesarias, mantenerse activo físicamente y, sobre todo, cuidar también la salud mental. El estrés, la ansiedad o la depresión pueden afectar la adherencia al tratamiento, y eso también nos baja las defensas”, explica Dra. Juliana Mendoza, médica infectóloga y consejera en salud sexual y reproductiva en Cali.
Carlos, un hombre gay de 33 años, conoce bien la importancia de este equilibrio. * Fue diagnosticado con VIH hace cinco años y, tras suspender su tratamiento durante un tiempo por miedo y desinformación, enfermó gravemente de una neumonía. “Me asusté mucho. Me hospitalizaron varios días. Ahí entendí que el VIH no era el enemigo, sino que no cuidarme era el verdadero riesgo. Desde entonces, no falto a mis controles, tomo mis medicamentos todos los días y hasta cambié mi alimentación. Hoy me siento más fuerte que nunca”, cuenta.
La evidencia lo demuestra: una persona que vive con VIH, que sigue su tratamiento y mantiene una carga viral indetectable, no solo evita estas enfermedades oportunistas, sino que además no transmite el virus a otras personas. Lo que se conoce como Indetectable = Intransmisible (I=I).
Sandra, mujer trans de 29 años y trabajadora sexual, también comparte su experiencia. * “Antes me daba pena decir que vivía con VIH. Hoy, gracias a los grupos de apoyo y a la información que he recibido, hablo abiertamente con mis amigas, les invito a hacerse la prueba y les animo a no dejar el tratamiento. Nosotras merecemos vivir bien, con salud y con amor”.
Este artículo es un llamado urgente pero amoroso, a las personas que viven con
VIH, a quienes están en riesgo, y a toda la sociedad:

Cuidarse es un acto de amor propio. Acceder a la información, hacerse la prueba, buscar orientación en servicios amigables y sin discriminación, hablar sin miedo… todo eso salva vidas.
Además, como sociedad, es hora de derribar prejuicios. La discriminación, el estigma y la desinformación siguen siendo barreras más duras que el virus mismo. Acompañar a quienes viven con VIH con empatía, respeto y comprensión también es parte de la cura social que necesitamos.
Porque vivir con VIH no define a nadie. Cuidarse empodera. Y estar informado nos humaniza a todos.
Si tú, o alguien cercano, necesita orientación sobre cómo acceder a tratamiento, prevenir enfermedades oportunistas o mejorar su calidad de vida, recuerda que existen servicios gratuitos, confidenciales y humanizados que te pueden acompañar. Cuidarnos es amarnos.